Estancias ganaderas y Haciendas cerealeras de trigo. Esto se complementaba con la realización de artesanías, entre las que destacaron las curtiembres, los telares, la alfarería, los herrajes y la carpintería.
Las mujeres se dedicaban a la elaboración de ponchos y frazadas; se fabricaban objetos de cerámica con greda y se trabajaba la madera, el hierro y el cuero.
Esta consolidación de la hacienda hizo necesario contar con mayor cantidad de mano de obra, para lo que se contrataron peones libres –en su mayoría mestizos– que
trabajaban a cambio de alimentos e inquilinos que recibían
un trozo de tierra y casa por su trabajo.
Durante este siglo se estableció una nueva estructura social agraria, donde la cabeza, en orden jerárquico, era el hacendado o patrón de la hacienda; bajo él se encontraba
el resto, inquilinos y peones. Luego de la Conquista, los españoles iniciaron el aprovechamiento de los recursos del nuevo territorio. La estancia, fue la primera explotación y se dedicó a la ganadería.
En ellas se criaban grandes cantidades de vacunos, ovejas, mulas y cabros, los que vagaban libremente hasta que eran reunidos una vez al año en un rodeo.
La actividad ganadera se desarrolló en el valle central del país y de los animales se
obtenían sebos y cueros que se exportaban al Perú.
También se exportaron mulas, que en Potosí (mina de plata en Alto Perú) eran muy apreciadas para el trabajo minero.
A cambio de sus exportaciones, Chile recibía productos manufacturados y suntuarios (seda, loza, espejos, chocolate, etc.).
Las estancias ganaderas fueron dando paso progresivamente a las haciendas cerealeras. En el valle central de Chile, durante el siglo XVIII, la hacienda se fue consolidando como
unidad económica fundamental dedicada a la producción
Las mujeres se dedicaban a la elaboración de ponchos y frazadas; se fabricaban objetos de cerámica con greda y se trabajaba la madera, el hierro y el cuero.
Esta consolidación de la hacienda hizo necesario contar con mayor cantidad de mano de obra, para lo que se contrataron peones libres –en su mayoría mestizos– que
trabajaban a cambio de alimentos e inquilinos que recibían
un trozo de tierra y casa por su trabajo.
Durante este siglo se estableció una nueva estructura social agraria, donde la cabeza, en orden jerárquico, era el hacendado o patrón de la hacienda; bajo él se encontraba
el resto, inquilinos y peones. Luego de la Conquista, los españoles iniciaron el aprovechamiento de los recursos del nuevo territorio. La estancia, fue la primera explotación y se dedicó a la ganadería.
En ellas se criaban grandes cantidades de vacunos, ovejas, mulas y cabros, los que vagaban libremente hasta que eran reunidos una vez al año en un rodeo.
La actividad ganadera se desarrolló en el valle central del país y de los animales se
obtenían sebos y cueros que se exportaban al Perú.
También se exportaron mulas, que en Potosí (mina de plata en Alto Perú) eran muy apreciadas para el trabajo minero.
A cambio de sus exportaciones, Chile recibía productos manufacturados y suntuarios (seda, loza, espejos, chocolate, etc.).
Las estancias ganaderas fueron dando paso progresivamente a las haciendas cerealeras. En el valle central de Chile, durante el siglo XVIII, la hacienda se fue consolidando como
unidad económica fundamental dedicada a la producción
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